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miércoles, 22 de enero de 2014

Machismo alfa en fase beta


Venimos de un "annus horribilis" para los objetivos de la lucha feminista en España. En un solo año hemos retrocedido décadas en la percepción social de la mujer y sus derechos como tal. 2013 empezó arrastrando importantes reducciones en las partidas presupuestarias destinadas a la persecución de la violencia machista (a finales de 2012 habían disminuido un 28% desde 2010), y la puesta en marcha de las tasas judiciales, que sumadas a la crisis económica dificultan aún más el inicio de cualquier acción legal por parte de la mujer (reclamaciones en el divorcio, denuncias por acoso o cualquier tipo de discriminación, etc.). La mala prensa de la Ley de Tasas Judiciales, que hubo que revisar, no detuvo el afán "reformador" del Ministro de Justicia, Ruiz Gallardón, que presentó un proyecto de reforma absolutamente reaccionaria del Código Penal (aprobado el pasado septiembre en Consejo de Ministros), que si finalmente entra en vigor, tendrá también graves consecuencias para las mujeres. Sobre todo, porque introduce cambios que van en detrimento de la Ley de Protección Contra la Violencia de Género aprobada en 2004, como el hecho de que directamente se elimine el concepto de violencia de género, de que agredir a la mujer delante de los hijos deje de ser considerado un agravante, o de que se contemplen como atenuantes el consumo de alcohol y drogas o el ir a entregarse a la Guardia Civil tras cometer el delito, u otros oprobios como que las lesiones pasen a ser ¡"faltas leves de ámbito privado"! (o lo que es lo mismo: lo que pasa en casa se queda en casa, donde se lavan en secreto los trapos sucios al más puro estilo franquista...). Gallardón nos tenía preparado además un regalo sorpresa de Navidad, el ya archiconocido Anteproyecto de Ley de Protección de la Vida del Concebido, que básicamente vuelve a considerar el aborto como un delito despenalizado en ciertos supuestos (cada vez menos, ni siquiera las malformaciones fetales graves) y no como un derecho de la mujer.

Posiblemente todavía os estéis preguntando no solo cómo es posible que este tipo de leyes tan retrógradas se hayan abierto camino en pleno 2013, sino cómo es posible que el PP siquiera se haya atrevido a proponerlas ante la ciudadanía. Lo que yo me pregunto es lo contrario. Cómo no van a ser posibles este tipo de retrocesos en un país en el que miembros de los partidos de la oposición son igual de machistas que la más extrema derecha. En el mismo 2013, un concejal del Bloque Nacionalista Galego se refirió a la vicepresidenta del Gobierno como "chochito de oro", un diputado innombrable del Congreso por UPyD aseguró que la mayoría de las denuncias por violencia machista son falsas, otro diputado, en este caso socialista, bromeó sobre hacerle "escrache" a una famosa actriz para "ver si la convencemos de que aunque no se quiera, sí se puede" (vamos, una broma sobre violaciones, por si no queda suficientemente claro).


O cómo no va a ser posible en un país en el que hasta encontramos machistas entre las autoridades encargadas de proteger a las mujeres contra las agresiones. Aunque parezca mentira, también en 2013 un policía de Huelva que trabajaba con víctimas de la violencia de género escribió lo siguiente en su cuenta de Twitter: "El truco está en escucharlas como psicólogo y follártelas como si te estuviesen pagando"


Y cómo no va a ser posible el mismo año en el que el ignominioso libro "Cásate y sé sumisa", editado por el Arzobispado de Granada, llegó a ser el más vendido en España tan sólo a dos semanas de su publicación aquí. El mismo año en que vimos un horda de manos anónimas sobarle sin pudor las tetas a una chica en las fiestas de San Fermín, y el mismito en el que descubrimos el aumento de la violencia de género entre los menores de edad (sólo en el primer semestre de 2013 fueron encausados 85 menores por machismo violento).

Sin embargo, ¿cuántas veces has escuchado el año pasado o este que acabamos de estrenar comentarios como "no seas exagerada, estamos en pleno S.XXI, el machismo ya está erradicado" en respuesta a cualquier queja que hayas expresado ante una actitud machista que hayas detectado (en las políticas públicas, en el trabajo, en tu pareja, en un amigo/a... donde sea)? Seguramente muchas más veces que una. Y probablemente esas frases hayan venido de personas que suelen repetir a menudo a las mujeres que dan a entender su descontento ante algún tipo de agravio, frases como las siguientes:

"Seguro que estás con la regla"
"Estás desquiciada/ amargada/ malfollada / de los nervios"
"Relájate, no es para tanto"
"Existen problemas y debates más graves" (claro que sí, no hay nada que supere el número de niños por segundo que mueren de hambre en el Tercer Mundo, es mejor que no nos quejemos de nada más...)
"Te lo tomas todo demasiado a pecho"
"Eres demasiado sensible/ quisquillosa/ picajosa/ dramática"
"¿Seguro que lo tuyo no es algo hormonal?"
"Era sólo una broma. No tienes sentido del humor"
"Estás histérica/ desquiciada/ neurótica/ desequilibrada"

Y mi favorita, por ser la más repetida: "No es lo que parece, ¡estás loca!". Esta viene con mutación moderna incluida: "loca del coño". Que se lo pregunten a los dos periodistas que este lunes 20 de enero publicaron un elocuente artículo titulado "Cómo reconocer a una loca del coño" en el blog que mantiene uno de ellos para una revista de tirada nacional.

Y es que no os lo perdáis, el machismo de este vanguardista y progresista S.XXI en el que vivimos viene disfrazado de buen rollo, de ironía "cool", de consejos de estilo de vida, de referencias de la cultura pop y listas, muchas listas (y es que parece que los artículos periodísticos divididos en párrafos han sido definitivamente sustituidos por sucesiones de listas), como la de "Tipos de mujeres poco recomendables" que se ha ido publicando periódicamente en ese mismo blog. Atención a su clasificación de mujeres de las que hay que huir, porque no tiene desperdicio. Estos son solo algunos de los tipos de mujeres sobre los que advierte: 


Esta última entrada va en total consonancia con la entrega más reciente, la de la "loca del coño", y empieza de una forma que ilustra perfectamente ese fenómeno inseparable del machismo que busca la desacreditación de la mujer acusándola de inestabilidad mental: 


"Sé lo que están pensando. ¿Qué hace este fulano dedicando una categoría a La Histérica cuando histéricas son todas? " 
No entro a valorar los citados escritos. Si tenéis a bien leerlos, sacad vuestras propias conclusiones. 
Pues eso, el machismo del S.XXI va mucho más allá de agresiones sexuales, violencia "doméstica", piropos obscenos, acoso sexual en el trabajo, trata de blancas, moralismo católico, leyes reaccionarias, discriminación laboral y otras formas fácilmente reconocibles de opresión y explotación de la mujer. En el S.XXI hay demasiadas actitudes machistas y demasiados machistas que no identificamos como tales, y que quizá ni siquiera ellos mismos sepan que lo están siendo. El machista posmoderno es un machista de baja intensidad o como a mí me gusta llamarlo, de liberación lenta, como los antibióticos, pues va actuando poco a poco sin que lo percibamos. La mayoría de las veces nos reímos incluso de sus chistes. Son graciosos. Y los disculpamos diciéndonos a nosotras mismas: "seguro que no lo dice en serio". Cómo va a ser en serio, si lo ha aclarado con un emoticono ("Como te vayas con otro te mato, so zorrón :P").

No importa cuál sea el insulto machista. Si puta, o guarrilla, o frígida, o estrecha, o calientapollas, o arpía, o bruja, o marimacho, o pirada. Si se profiere en un contexto de humor y se le aplica una pátina de sarcasmo, todo vale. No es machismo.


Cómo se juzga a las mujeres por su vestimenta. Foto de Rosea Lake

Y precisamente lo que hace este tipo de machismo el más peligroso, a pesar de que como se encargan de remarcar los machistas "light" no mata ni viola a nadie, es el hecho de que sea tan difícil de reconocer. Que se considere que no existe. Estoy convencida de que es precisamente la relajación en los últimos años en la vigilancia y reprobación pública de este tipo de actitudes pasivo-agresivas la que ha permitido el rebrote del MACHISMO OFICIAL Y CON MAYÚSCULAS encarnado en las nuevas las leyes de Gallardón (que no olvidemos que pertenece a un partido que gobierna porque lo han votado nada menos que 11 millones de españoles). Que sigamos poniendo nosotros la lavadora porque el no entiende cómo funciona, que sigamos siendo nosotras las que por defecto dejamos de trabajar en caso de que tengamos un hijo con nuestra pareja, que se minimice y ridiculice el movimiento feminista a diario en las redes sociales con calificaciones como bolleras, feminazis o hembristas; que permitamos que nos traten con paternalismo y condescendencia, que abusen de nuestra confianza... todo eso es machismo, sin más. Micromachismo, si preferís un término "ad hoc" y más riguroso. Pero machismo al fin y al cabo.

Y los machistas ya no son sólo los clásicos albañiles que te gritan improperios en la calle o los cincuentones que babean frente al escote de las jovencitas. Hay muchos machistas con carreras universitarias, considerados incluso intelectuales y que tienen profesiones de prestigio (como esos políticos, ese policía o esos periodistas nombrados a lo largo de este artículo), incluso con gustos refinados (distinguen varios tipos de tintos y le echan muchos condimentos al gin-tonic), que se preocupan por combinar las prendas que se ponen y no se rascan los huevos en público. Vamos, que no son el típico macho alfa, al que se le ve venir de lejos. Es un macho en fase beta, por así decirlo, cuyo machismo es mayoritariamente latente, y que incluso puede decir defender las mismas causas feministas que tú. Pero eso sí, después de todas las causas habidas y por haber, desde la liberación del Tíbet hasta la lucha contra el cambio climático. Cuando estén resueltos todos los graves problemas que acucian al Planeta Tierra y a todos los seres unicelulares que lo habitan podremos ocuparnos de los derechos de la mujer.

Muchos de ellos son lo que podemos calificar de "solteros exigentes", que bien es cierto que no quieren encontrar a una mujer que sólo esté buena (que también), sino que sea lo suficientemente inteligente para admirarlo pero no lo demasiado como para hacerle sombra, que pille las referencias culturales rebuscadas de sus chistes para que pueda reírse con ellos a carcajadas y alimentar así su ego, que lea los mismos libros y escuche los mismos discos que él para que pueda alabar su buen gusto, que vista de forma elegante pero sexy, que tenga un trabajo para que no tenga que mantenerla (machismo sí, pero que no les afecte al bolsillo) pero que tampoco gane más que él (uno tiene su caché), que no se acueste con otros pero que no se ponga estricta con lo del compromiso (AKA que ellos sí puedan acostarse con otras y puedan así estirar al máximo su peterpanismo), que no tenga celulitis pero que no diga ni mu de su barriga cervecera y lo más importante, que la chupe, pero que no pida que se lo coman (sobre todo si no le huele a lo mismo que huelen las nubes). Por algo están solteros.

Lo más grave es que cuando reconocemos a uno de ellos y le señalamos su error, normalmente le quita hierro, y por una suerte de sortilegio de manipulación emocional consigue darle la vuelta al asunto y hacernos sentir culpables a nosotras por hacernos la víctima o reaccionar exageradamente. "La mujer siempre es víctima", decía Gallardón. Como las cosas sigan este camino, al final va a ser cierto. 


No podemos quejarnos... Magistral viñeta de La Pulga Snob (Argentina)

martes, 31 de diciembre de 2013

Los niños inocentes

Hola, niños y niñas, soy Coco, sí, ese peluche azul parlante tan majo que os ha enseñado tantas cosas que a simple vista parecen evidentes, pero que por lo que se puede deducir del comportamiento de esas extrañas personas altas que conocemos como “adultos”, en realidad no lo son tanto, como la diferencia entre subir y bajar o entre izquierda y derecha.

Hoy vengo a hablaros de la vida, sin más, en concreto de la vuestra, la de los niños y las niñas. Habréis notado que últimamente se habla de ello en todas partes, desde que un tal Gallardón, un señor muy feo que aunque lo parezca os juro que no es un Teleñeco (y que tampoco ha resultado ser un corderito aunque antes a todos se lo pareciera), presentó una cosa muy rara que se conoce como “Ley Orgánica de Protección de la Vida del Concebido”. Este superhéroe con superpoblación cejil se ha dado cuenta de que la vida de los niños y niñas inocentes corre un serio peligro, y se ha autoproclamado su salvador.

Razón no le falta, diréis. Muchos de vosotros sois uno de esos 3 niños y niñas de cada 10 que viven por debajo del umbral de la pobreza en España. En 2011 ya habíais superado los 2 millones 200 mil y seguís aumentando al triple del ritmo de incremento de la pobreza infantil de toda la Unión Europea. Un 27% de vosotros, niños y niñas de España menores de 16 años, sois pobres. Habéis visto como vuestros padres tuvieron que dejar de apuntaros a actividades extraescolares, de compraros libros y ropa nueva para el colegio, incluso de daros de comer fruta, carne y pescado. Eso los que todavía podéis comer e ir a clase todos los días. Mejor de lo que os ha traído Papa Noel este año ni hablamos, ¿no? Y eso que seguramente os habéis portado muy bien durante todo 2013.

Por lo menos, la mayoría de vosotros todavía no tenéis que trabajar. Seguramente Gallardón, creeréis, también se ha acordado de todos los niños y niñas que en lugar de ir al cole tienen que trabajar de sol a sol para que ellos y sus familias puedan sobrevivir. Posiblemente haya pensado, por ejemplo, en los miles de niñas indias que trabajan sin contrato, privadas de libertad y en condiciones insalubres durante más de 72 horas a la semana por un salario de 0,88 euros al día. Sí, esas pobres niñitas que cosen para oscuras (literal y figuradamente) fábricas textiles que después suministran sus productos a muchas firmas españolas, como Inditex, El Corte Inglés o Cortefiel. Lo más probable es que justamente nuestro justo Ministro de Justicia haya leído el exhaustivo y bien documentado informe sobre la explotación infantil elaborado por el Centre for Research on Multinational Corporation (una organización independiente holandesa sin ánimo de lucro que escruta la actividad de las grandes multinacionales) que nos habla sobre esas niñas esclavas, titulado Captured by Cotton (Capturadas por el Algodón).

Seguro que Gallardón es consciente de la existencia de 215 millones de pequeños y pequeñas que según la Organización Internacional del Trabajo, están siendo explotados laboralmente en todo el mundo. Aunque no está claro si se considera oficialmente trabajo infantil el de los menores de 16 años que después de clase en vez de hacer los deberes deben ayudar en el negocio familiar, o los que de vez en cuando deben faltar a la escuela porque es época de siembra o de cosecha en el campo, o porque simplemente deben salir a pedir limosna a la calle. Por si algunos de los que me leéis tenéis que trabajar para ayudar a que vuestra familia llegue a fin de mes, os aclaro que en España los únicos menores de 16 años que pueden trabajar, debido a un real decreto, son los que se dedican al ámbito artístico. Si no sois actores precoces o modelos de anuncio, debéis saber que os están explotando ilegalmente.

Lo que es indudable es que el Ministro habrá tenido en cuenta los datos de Inspección de Trabajo y la Seguridad Social, que ha detectado en los últimos años una media de 50 infracciones anuales en empresas por tener trabajando a menores. O un estudio de UNICEF que a principios de la década ya señalaba que había 172.000 niños y niñas españolas que trabajaban con sus familias en la agricultura y la ganadería, o los múltiples informes de ONGs que avisan de los cada vez más habituales casos de niños y niñas obligados a delinquir o a prostituirse por organizaciones criminales. El señor Gallardón, que ha demostrado mostrarse seriamente preocupado por la persecución más estricta del crimen con su reciente reforma del Código Penal, el endurecimiento de las penas y su otro famoso proyecto de ley, el de Seguridad Ciudadana, seguramente no podrá dormir hasta que no haya ni un sólo niño explotado en España o víctima de cualquier ilegalidad, por más ínfima que sea.

Por otra parte, puede que haya hecho caso también de las advertencias de la Asociación Española de Pediatría y su encuesta “La crisis, los niños y los pediatras”, que muestra que el 71% de los pediatras considera que los recortes del gobierno al que pertenece el señor Gallardón perjudicarán el cuidado de los niños enfermos, dificultando su acceso a los medicamentos y el seguimiento debido de sus tratamientos. O de las Asociaciones de enfermos y organizaciones como la Federación Española de Padres de Niños con Cáncer y Médicos del Mundo, que hace poco han denunciado que el nuevo copago hospitalario impuesto por el Ministerio de Sanidad para enfermos graves que reciben tratamientos ambulatorios arrojará a muchas familias a la caridad como única salida a situaciones provocadas por los permanentes recortes y el alto índice de paro. Es evidente que Gallardón no puede dejar de pensar en los muchos niños con leucemia y otras patologías cuyo acceso a la cura se verá impedido por las medidas adoptadas por sus colegas del ejecutivo, pues ante un diagnóstico de cáncer de un menor, el aumento de los gastos familiares es de 400 a 600 euros mensuales, importe que las familias hace mucho que ya no se pueden permitir (como si las enfermedades fuesen un lujo...). Su conciencia ha despertado por fin, pensaréis aliviados los que tenéis la mala suerte de leer esto desde un hospital.

Pues más vale tarde que nunca, responderéis los que os habéis visto forzados a mudaros con vuestros abuelos o a un centro de acogida porque vuestros padres han sido desahuciados de su casa. Puede que Pepito Grillo le haya hablado por fin a Gallardón de vosotros, y no sólo de los hijos de los políticos a cuya puerta vuestros padres en paro desesperados y sin un hogar propio han ido a reclamar una solución. Y quizá le haya recriminado algo sobre muchos otros de vosotros, los que os encontráis entre las 200.000 personas dependientes, con alguna discapacidad mental o física, que estáis todavía esperando a cobrar una prestación económica que ya hace tiempo que os ha sido asignada. A lo mejor Gallardón y sus compañeros han decidido por fin desbloquear los presupuestos para la Ley de Dependencia para que vuestros padres puedan compraros pronto la silla de ruedas que necesitáis, adaptar la casa en la que vivís o contratar a alguien para que les ayude a cuidaros y así poder volver a trabajar; o que llegue ya a vuestro colegio el tutor especial que necesitáis.

A juzgar por lo que habéis visto en televisión y leído en prensa estos días, por fin todos los niños en riesgo de exclusión o que realmente padecéis algún tipo de merma de vuestra calidad de vida veréis solucionados en breve todos vuestros problemas gracias al último (hasta que llegue el próximo) proyecto de ley de Gallardón. En especial todos los niños con Síndrome de Down o con algún tipo de minusvalía, a los que hacíamos antes referencia, a los que por fin los periódicos os han dedicado altruistamente su portada.


La gente de a pie también se ha acordado de vosotros. Personas de todas partes de España y de Europa llenaron este fin de semana la Plaza de Colón de Madrid con motivo de la “Fiesta de las Familias”, que organizan todos los años esos señores de sonrisa espeluznante que hablan susurrando y llevan ese vestido al que llaman sotana por encima del pantalón, y a los que no debéis acercaros si os ofrecen caramelos. Esa “fiesta” se organiza supuestamente en vuestro honor, los niños inocentes, para celebrar y defender vuestro derecho a la vida, que según dice el jefe en España de los señores sonriente-susurrantes, un tal Rouco Varela, debe ser inviolable. De si está permitido o no violar a vuestras madres o a vosotros mismos, niños y niñas, extrañamente, no ha dicho nada. También se acordó de vosotros Juan Cotino, presidente de las Cortes Valencianas (otro señor de los que da miedito), precisamente el Día de los Santos Inocentes, y prometió defenderos de todos los Herodes que quieran matar niños, aunque tampoco, extrañamente también, ha dicho nada, que se sepa, de protegeros de los accidentes de metro en los que eventualmente podáis morir vosotros y vuestras familias.

Sin embargo, siento tener que deciros, que una vez más, los adultos vuelven a no tener clara una de esas cosas evidentes que siempre me toca explicar. Resulta que esos niños a los que quieren proteger y de los que tanto hablan Gallardón, sus compañeros de gobierno y los amigos de sus compañeros de gobierno, son única y exclusivamente los que todavía no han nacido. La ley “salvavidas” que propone el Ministro de Justicia no es más que la mera coartación de la libertad de vuestras madres y del resto de mujeres. No podrán decidir si quieren teneros o no. A los únicos niños con Síndrome de Down o alguna enfermedad grave a los que este gobierno quiere cuidar es a los que todavía no han salido de la barriga de mamá, y es sólo allí, dentro de esa barriga, donde tendréis asegurado el alimento y el refugio necesario. Una vez nacéis, dejáis de ser niños inocentes, para convertiros en ciudadanos molestos y parásitos que exigen derechos que no les corresponden.

Gallardón y compañía no saben que los únicos niños inocentes a los que hay que proteger que existen son precisamente los que ya existen. Así que si a partir del año que mañana empieza tenéis un hermanito o hermanita que en algún momento acabe pasando hambre o frío, si ni él ni vosotros conseguís tener acceso a una educación digna que os permita ser personas libres y conscientes en el futuro, si vuestro nuevo hermano o hermana tiene que vivir condenado en una cama de hospital, si vuestros padres os abandonan porque no  pueden permitirse manteneros o si os quedáis huérfanos porque vuestra madre haya muerto dando a luz, dadle las gracias a Gallardón y al resto de salvadores del PP. A ellos le deberéis la vida, aunque sea una llena de miseria.

Elocuente esquela que llegaron a publicar en 2009 periódicos como ABC, La (difunta también) Gaceta, La Razón o El Correo Gallego

domingo, 27 de octubre de 2013

Las mujeres que no amaban a las mujeres

   Soy una mujer de 27 años. He podido estudiar una carrera universitaria. Elegir la carrera que he querido. Nunca he tenido un novio que me pegase. Tampoco me han violado. No me han lapidado en plena calle por adúltera. Ni quemado por bruja. No he tenido que conservar mi virginidad hasta el matrimonio ni casarme por la Iglesia. Mis padres me han educado para ser una persona independiente en todos los sentidos. Jamás he tenido que luchar con ellos para que me dejasen vestir a mi gusto. Mi madre no me ha preparado para ser una gran ama de casa, esposa amantísima y obediente y madre abnegada. Ni siquiera me compraron una Barbie siendo niña, ni me han regalado nunca por Navidad o mi cumpleaños algún juguete que sugiriese que mi lugar en la vida estaba entre fogones y fregonas. En mi casa me han enseñado a decir que no a todo lo que pudiese resultar un menoscabo de mi dignidad ya no sólo como mujer, sino como persona. Y, a pesar de todo, de que soy una mujer joven en pleno S.XXI, sé que el machismo existe todavía, y que ha llegado vivo hasta 2013 con la connivencia de las mujeres. Con la mía incluida, a pesar de considerarme absolutamente feminista y de izquierdas.

   Seamos conscientes o no, la mayor parte de las mujeres participamos o hemos participado alguna vez en la transmisión y el mantenimiento del patriarcado y la discriminación sexual. Desde las formas más evidentes y censurables, como las madres que educan a sus hijos de modo claramente distinto al de sus hijas (cuántas niñas les han tenido que hacer la cama a sus hermanos...) o las madames que se enriquecen en el negocio de la prostitución; hasta las más sutiles y casi invisibles, como cuando se finge un orgasmo para no herir la sensibilidad masculina o cuando dejamos que una revista nos dicte "qué pasos debes seguir para conseguir ser una diosa del sexo sin parecer demasiado zorrón". 

   En este fenómeno de contribución de la mujer a la perpetuación y transmisión de las actitudes machistas, la famosa rivalidad entre mujeres tiene un papel primordial. Todas sabéis a qué me refiero. Esas frases que habéis oído mil veces del estilo "las mujeres somos unas arpías entre nosotras"o "tengo más amigos que amigas porque ellos son más nobles, las mujeres son unas envidiosas". No podemos negar que esa competencia, a veces encarnizada, existe. Para comprobarlo, basta que nos respondamos a las siguientes preguntas:

¿Cómo soléis referiros a una chica más guapa o delgada que vosotras? Zorra, puta, guarra. ¿Y a una más gorda que vosotras? Pobrecita. ¿O a una mujer que ha llegado a lo más alto en su carrera profesional? Chupapollas. Trepa. Seguro que se ha acostado con el jefe. Zorra, puta, guarra. ¿Y a una mujer que se ha emparejado con un hombre maravilloso que la quiere y se preocupa por ella? Cornuda. Quizás también zorra, puta, guarra si ese hombre es justamente el que quisierais para vosotras. Y si en concreto vosotras jamás habéis utilizado alguno de estos calificativos (permitidme que lo dude), se lo habéis escuchado utilizar a alguna (y más de una) de las mujeres que conocéis.

   Después de reconocer la existencia de la rivalidad femenina, conviene hacer un alto en el camino para entender porqué existe. Por supuesto, no creo que exista por naturaleza. No creo que las mujeres sean unas brujas envidiosas desde que nacen, y, por supuesto, no creo que todas las mujeres odien (más o menos secretamente) al resto de las mujeres. Para empezar, tengo cinco amigas. Sí, sólo cinco, pero es que soy una firme defensora de la calidad frente a la cantidad. Y precisamente lo son, con todas sus diferencias entre ellas, por tener algo en común: me quieren tal como soy y desean lo mejor para mí, al igual que yo para ellas, incondicionalmente, sin considerarme una rival o alguien con el que compararse. He tenido "amigas" que se ha comportado conmigo como si mis logros fuesen en menoscabo de los suyos, o que han criticado sistemáticamente mi aspecto y mis decisiones por no comulgar con el suyo/las suyas, y tarde o temprano han dejado de serlo. Esas mujeres actúan como si la vida fuese un cásting o concurso de belleza continuo, pero no lo hacen porque lo lleven en su ADN, sino porque se lo han inculcado. Si la mujer se preocupa exageradamente por su aspecto físico, es porque este sigue siendo, nos guste admitirlo o no, el principal factor para ponderar su valía. Y si las mujeres siguen peleándose por un hombre con el que emparejarse es porque su consideración pública sigue dependiendo en gran parte de que lo consigan.

   Si en estos momentos estáis negando con la cabeza y diciendo que estoy exagerando, y que hoy en día una mujer puede estar perfectamente gorda o soltera sin que se la juzgue por el mero hecho de estar gorda o soltera, acordaos de los cientos de revistas y programas de televisión que dedican páginas y horas a criticar el aspecto físico de las mujeres y sus relaciones de pareja (sí, esas que muchas compráis - más o menos secretamente- y con las que os encanta reíros de las demás por el mero placer de ver que a Christina Aguilera le ha engordado el culo o que a Victoria Beckham o Sienna Miller sus maridos las engañan con la niñera). Listas de las peores vestidas, fotografías en las que a una famosa se le aprecia la celulitis o alguna zona de su cuerpo sin depilar, rumores de cuernos y rupturas... Hay toda una industria montada alrededor de fomentar que las mujeres se critiquen entre ellas por motivos de apariencia o de "mal de amores". El simple hecho de que le concedamos nosotras mismas tanta importancia a que a una cantante le sobren kilos o le falte un marido, habla de que el machismo no se ha superado. Porque a pesar de que Jennifer Aniston sea multimillonaria y tenga éxito como empresaria y actriz (nos gusten o no sus películas), siempre será la pobre chica a la que Brad Pitt abandonó. Y al revés, por muchos logros y dinero que acumule Angelina Jolie, aunque hubiese ganado un Oscar con apenas 25 años, su mayor éxito siempre habrá sido casarse con Brad Pitt y ser la madre de sus hijos (biológicos o no). 

   Si una mujer tiene éxito profesional pero no éxito en el amor, tendemos a sentir lástima por ella e incluso a despreciarla. Fijaos en que a los hombres se les suele llamar "señor" independientemente de si están casados o no, y una mujer sólo es "señora" si tiene un marido que lo refrende, si no sólo es "señorita". Este simple detalle evidencia ni más ni menos que nuestro estatus todavía depende de nuestro estado civil. Por algo un hombre sin pareja de más de 35 años es "un soltero de oro que quiere disfrutar de la vida" y una mujer en las mismas circunstancias es una "solterona que no encuentra quien la quiera y a la que se le está pasando el arroz". Igual de intransigentes nos mostramos con nuestro físico y el de las demás: está gorda, está anoréxica, es un palo, es amorfa, es peluda, es calva, tiene el pelo de estropajo, está operada, viste como una zorra, viste como una monja, es hortera, no tiene gusto...

   Ni que decir tiene que esta competencia está arraigada en siglos de dominancia patriarcal, y que no pertenece a ninguna forma de ser intrínsecamente femenina. Cuando la prosperidad e incluso la supervivencia dependían exclusivamente de conseguir un buen matrimonio, no quedaba más remedio que competir por él. Hoy en día, dicha rivalidad debería haber disminuido drásticamente o haber desaparecido sin más, si realmente el machismo y la supremacía del hombre sobre la mujer también lo hubiesen hecho, pero no es así. Y esa competencia es una prueba fehaciente de ello, así como el hecho de que la industria de la moda, cosmética, etcétera, beben directamente de la fuente de la rivalidad femenina y de nuestra lucha porque los hombres nos vean guapas y poder así seducirlos. Por ello dicha rivalidad y la cosificación sexual de la mujer se siguen fomentando desde la publicidad y la cultura popular en general (series y programas de televisión, pornografía, canciones y vídeos musicales...). 

   El capitalismo ha extendido la hipercompetitividad a todos los ámbitos: el modelo educativo, el modelo laboral... Todo es un concurso de méritos constante para poder sobrevivir dentro de la ley de la oferta y la demanda. Por supuesto, los hombres deben competir también entre ellos, pero la mujer lo tiene más difícil porque se sigue considerando que las cargas familiares le pertenecen en exclusiva. Por ello, se da otro fenómeno que contribuye a la perpetuación del machismo, llevado a cabo por las mujeres: las mujeres que en un mundo machista se sirven del machismo para medrar. Estas mujeres adoptan actitudes machistas, consideran que comportarse como hombres y menospreciar al resto de mujeres como si no fuesen una de ellas les dará más facilidades a la hora de conseguir sus objetivos. Muchas de estas mujeres renuncian a la conciliación familiar y a exigir sus derechos, y son las que suelen acusar a las mujeres que sí luchan por obtener la igualdad de exageradas, histéricas e incluso "feminazis". Son esas mujeres que niegan la existencia del machismo, pero que actúan de forma mimética a un hombre para que la traten como tal, aunque justo ese hecho evidencia que realmente no existe un trato igualitario entre hombres y mujeres. Acusan a las feministas de odiar a los hombres, inventándose incluso un término para ello (el manido y absurdo "hembrismo") y ellas se comportan como si efectivamente odiasen a las mujeres.

   Y es que yo estoy convencida de que la mejor forma de feminismo es quererse a una misma y al resto de mujeres tal como son. Ante el machismo cotidiano de la actualidad, más difícil de combatir por estar encubierto y precisamente por ser negada su existencia por muchas mujeres, lo mejor que podemos hacer para resistirnos a él es ser sinceras con nosotras mismas y entre nosotras. Salir del rebaño para decir bien alto: "No, no puedo andar ni bailar con tacones, son incómodos y me machacan los pies y la columna vertebral", "No, no pienso volver a dejar mi vagina totalmente desprotegida ante candidiasis y cistitis sólo porque a los tíos les gusten los "chochitos" sin pelo, porque además un coño imberbe es un coño de niña, no de mujer, malditos pedófilos", o "No, no tengo instinto maternal y no pienso ser madre sin desearlo, porque no hay peor cosa que se le pueda hacer a un niño indefenso que convertirlo en un hijo no deseado", o "No, no puedo permitirme bolsos de Louis Vuitton ni zapatos de Manolo Blahnik y, la verdad, tengo mejores cosas para las que ahorrar", o "No, no me he corrido, porque te has dedicado a follarme pensando sólo en tu pito y te has olvidado de estimular mi deseo, puto egoísta" o "Sí, ya no tengo 25 años, por eso no pienso ponerme morros ni estirarme el cuello, porque tengo derecho a envejecer sin que se me menosprecie por ello" o "Sí, me sobran kilos, pero también me gusta comer, de hecho disfruto tanto con un buen vino y un buen secreto ibérico que esta hermosa chicha me compensa". 

   Ser feminista consiste en primera instancia en dejar de complacer a los demás, no sólo a los hombres, sino a la sociedad en general, y dejar de tomar decisiones pensando en lo que "se espera" oficialmente de nosotras. Se trata de hacer lo que una quiera, basándose en lo que una necesita o en lo que es mejor para una. Y esto no significa dejarse llevar por el egoísmo, sino tomar las riendas de tu destino. Es absurdo y muy triste ver como muchas mujeres se pasan la vida siguiendo los consejos de las revistas que se hacen llamar a sí mismas "femeninas" o "para mujeres", buscando en una especie de modo "en espera" o actitud pasiva la dieta mágica que las convierta en la modelo de lencería que no son, un "look" y un perfume que defina su personalidad y consiga hacerlas irresistibles ante cualquiera, el príncipe azul que las rescate de su vida anodina para después planificar la boda que las convierta en "princesa por un día". Todo ello en lugar de simplemente aceptarse a sí mismas, desarrollar su personalidad propia, con la que intentar conseguir los objetivos vitales y profesionales que se propongan y casarse simplemente por amor si este surge o no casarse jamás si no les da la real gana.

   En resumen, el principal mandamiento de la ley del feminismo debe ser "Ámate a ti misma sobre todas las cosas y al resto de mujeres como a ti misma". Porque nuestra falta de autoestima es la que le acaba concediendo el poder por defecto al hombre y porque no, la culpa de todo no la tiene Yoko Ono.