miércoles, 7 de marzo de 2018

El fin del puritanismo

Dicen que un fantasma de puritanismo feminista recorre el mundo artístico por culpa del movimiento #MeToo. Artistas de distintas disciplinas han dado un paso al frente para defender la libertad sexual en peligro. Pero… ¿y si, sin saberlo, los puritanos fuesen en realidad quienes han salido a combatir ese supuesto renacimiento de la moral puritana?

Puritanismo es la palabra de moda desde hace semanas en los medios de comunicación, concretamente en el ámbito de las artes y la cultura. Hay muchos escritores, periodistas, guionistas… proclamando su preocupación por lo que consideran una “ola purificadora” contra la libertad de creación y expresión y un ambiente de “sociedad totalitaria” que persigue la libertad sexual e impone un modelo de buen comportamiento sexual similar al de la moral victoriana. Un centenar de mujeres, artistas francesas, capitaneadas por la escritora y marchante de arte Catherine Millet, abrieron la espita publicando un manifiesto contrario al movimiento #MeToo (que denuncia el acoso sexual sufrido por las mujeres en el ámbito profesional), surgido a raíz del caso del productor de Hollywood Harvey Weinstein. En él afirmaban que las feministas exageran confundiendo la seducción y la galantería con los ataques sexuales, y defendían el derecho de los hombres a “importunar” y el de las mujeres a disfrutar de ser el objeto sexual de un hombre si se les antoja.

La señora Millet, en una tribuna titulada “La mujer no es solo un cuerpo”, ha seguido ahondando en su cruzada contra el fantasma del puritanismo feminista que supuestamente recorre el mundo artístico, y lo ha hecho de una manera que resulta paradójicamente muy puritana, destacando la supuesta capacidad innata de las mujeres para soportar las relaciones sexuales que les desagradan a través de la abstracción mental, y apelando a la doctrina cristiana de la distinción entre cuerpo y alma y la prevalencia de ésta sobre la materia corpórea. Si esto no es puritanismo, se le parece mucho, aunque por haber “perdido la cuenta de las pollas de desconocidos que atrapó al vuelo por las calles de París”, tal y como la propia Catherine Millet relataba en un libro autobiográfico sobre su vida sexual, ella se considere en las antípodas de la moral puritana. Millet reivindica la condición de mujer objeto, y ¿qué es si no un objeto la mujer en la concepción puritana de la sexualidad? Un simple recipiente de fluidos y herederos, sin derecho a decir que no.  

Leer artículo completo publicado en CTXT (Público):

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