martes, 8 de octubre de 2013

No pienses en una gaviota

No hay duda de que los eufemismos facilitan la vida cotidiana y las relaciones humanas en muchas ocasiones. Que levante la mano el que no tiene unos cuántos ex novios o ex novias por ahí todavía esperando a que termine de pasar ese "tiempo" que os ibais a dar; o aquel al que sus padres no le dijeron más de una tarde que se iban tomar la "siesta" (que no a dormir la siesta...). Sin eufemismos como la "gestión de residuos", Los Soprano jamás hubiesen existido. Su uso moderado es tan conveniente como necesario, pero su abuso nos conduce a la madre de todos los eufemismos, es decir, a FALTAR A LA VERDAD. Vamos, a mentir como bellacos.

De todos es conocida la neolengua de eufemismos que se ha sacado el Gobierno de la manga en los últimos años cual distopía orwelliana, para disfrazar la política de capitalismo salvaje (sí, salvaje, de salvaje oeste porque aquí se dispara antes de preguntar e impera la ley del más fuerte) que están llevando a cabo con la excusa de la crisis (porque a estas alturas del juego "crisis" ya no es la palabra maldita que hay que tapar con "desaceleraciones" o "crecimientos negativos", es un eufemismo más, utilizado como coartada para borrar los logros tras décadas y décadas de lucha por los derechos del trabajador).   


En ese mundo de color azul en el que el café tiene efectos relajantes y las pegatinas contra los desahucios son armas de terrorismo, la emigración forzosa no es más que "movilidad exterior" para aprender idiomas y ampliar las miras de la juventud, facilitar el despido es solamente "flexibilizar" el mercado laboral y cortar por lo sano los servicios públicos no son más que "reformas estructurales". La "austeridad" es la llave que abre las puertas de la privatización de educación y sanidad, así como los recortes de derechos y prestaciones sociales. Todo esto presentado como una obligación ante la cual no hay alternativa debido a la situación económica, con expresiones como "hacer los deberes". No hay que fijarse mucho para percatarse de que el Gobierno del PP ha adoptado la estrategia del maltratador: hacer ver a la víctima que no le queda más remedio que pegarle ("me duele más a mí que a ti") y, sobre todo, hacerle creer que es por su culpa ("hemos vivido por encima de nuestras posibilidades"). Y si no os creéis que estáis sufriendo un síndrome similar al de Estocolmo o al de una mujer maltratada, preguntaos cuántas veces os habéis dicho a vosotros mismos aquello de "soy un privilegiado porque tengo trabajo" o mi favorita (eufemismo de más odiada) "no nos podemos quejar con la que está cayendo". Nos han secuestrado y convertido en la "mayoría silenciosa" que otorga porque calla.


No penséis que se trata de una mera dulcificación para presentar medidas políticas impopulares. Esto es mucho más que simple vaselina para metérnosla doblada sin dolor. Está claro que todas estas expresiones responden a una estrategia premeditada, tanto comunicativa como política. Y es que el lenguaje no es más que la expresión del pensamiento, y manipular las palabras y su significado es la forma más eficaz de cambiar el pensamiento dominante. No hace falta buscar en literatura de ciencia fícción como 1984. En su cortito pero lúcido libro "No pienses en un elefante" el lingüista norteamericano George Lakoff explicaba como el partido republicano (conservador, cuyo emblema es un elefante, de ahí el título del libro) se apropió del marco político y moral de referencia a través de la apropiación del lenguaje. De este modo, instauró conceptos como PROVIDA para referirse a su lucha anti abortista (como si estar a favor del derecho de la mujer a decidir fuese sinónimo de muerte, pues lo contrario de provida es ANTIVIDA), GUERRA CONTRA EL TERROR para englobar todas las invasiones imperialistas americanas; o definieron la idea de FAMILIA y MATRIMONIO únicamente como la unión entre un hombre y una mujer para tener hijos juntos. De este modo, si el republicano es el partido a favor de la familia y en contra del terror, ¿qué será el partido demócrata sino el partido que está en contra de la familia y favor de los terroristas? Lakoff establecía que para que los demócratas pudiesen recuperar el espacio perdido, debían recuperar el lenguaje, crear su propio marco referencial de significados y revertir el bombardeo comunicativo (y no sólo comunicativo) que los republicanos habían llevado a cabo durante décadas. Es decir, dejar de pensar en los términos del elefante.


(Este libro se escribió antes de la victoria de Obama, y casi podría decirse que los expertos de la campaña electoral demócrata siguieron sus enseñanzas a pues juntillas, al renovar el concepto de familia equiparándolo al de la nación norteamericana y, por lo tanto, elevando a fraternidad las relaciones ciudadanas, y, de este modo, convirtiendo al propio Obama en el padre protector de esa gran familia. Padre que por cierto también utiliza eufemismos como "ataques quirúrgicos" o "intervenciones humanitarias" siempre que le convienen, para acabar haciendo lo mismo que sus contrincantes: bombardear).


Algo similar está pasando en España con el PP. Tanto es así, que la manipulación lingüística no se limita al ámbito socioeconómico. Más allá de los famosos "hilillosh de plastilina", los integrantes del Partido Popular se han acostumbrado a tapar con eufemismos y circunloquios sus negligencias e incluso su corrupción, con el NO ME CONSTA, los SOBRESUELDOS y la INDEMNIZACIÓN EN DIFERIDO a la cabeza. Es más, han llegando al nivel de utilizarlos para esconder la apología del fascismo y la violencia. Los actos de exaltación del fascismo, los ataques de grupos neonazis, los puños levantados cara el sol de alcaldes del PP o de miembros de Nuevas Generaciones no son más que "chiquilladas" o "incidentes aislados" según la versión oficial, y las banderas franquistas son ni más ni menos que banderas "preconstitucionales". No es inocente este calificativo, que equipara así a la bandera republicana (perteneciente a un sistema democrático y legal) con la del "aguilucho" (insignia de una dictadura genocida impuesta por golpistas sanguinarios), por ser ambas anteriores a la Constitución de 1978. ¿Cuáles podrían ser los "daños colaterales" de institucionalizar estos eufemismos? Pensad en ello, porque da miedo. Sólo tenéis que acordaros de que hace poco más de medio siglo en un lugar no muy lejano a los campos de exterminio se les llamaba CAMPOS DE TRABAJO y al genocidio de millones de personas se le dio el alegre y positivo nombre de SOLUCIÓN FINAL. 


Lo peor es que la mayoría de dichas expresiones han calado en nuestro lenguaje diario y en las redacciones de los medios, que con su afán de encontrar sinónimos para no repetirse adoptan el que sea de forma acrítica (cuando no de forma intencionada). Llamar a las cosas por su nombre es esencial para conocer la realidad y poder cambiarla. Es la forma básica de disidencia en un país en el que nos han robado hasta las palabras, que es lo mismo que decir que nos han robado nuestra capacidad de pensar por nosotros mismos. No lo olvidéis, no penséis en una gaviota. 


4 comentarios:

  1. Estupendo post, es necesario que empecemos a llamar las cosas por su nombre y a no dejarnos manipular tan fácilmente. Hace un tiempo tomé la determinación de dejar de ver los informativos en televisión porque, aun sabiendo que trataban de desmoralizarme y atenazarme con la cultura del miedo, es muy fuerte su poder y me acababa afectando. Si eso me ocurre a mí, que soy una persona informada (y de la profesión), imagínate lo que no hará con el público medio. Es terrible. Por eso creo que es muy positivo la crítica desde medios libres como los blogs, para contrarrestar, aunque sea mínimamente, el discurso dominante. Un saludo y a seguir así :)

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    1. Gracias, Cecilia. Decir las cosas claras y llamarlas por su nombre es uno de los principales propósitos con los que he abierto este blog, espero conseguirlo. Es difícil luchar contra la presión social y política que parece que establece por defecto que decir lo que uno piensa de verdad está mal visto, y que siempre hay que evitarlo o suavizarlo de alguna manera. Pero cuando se trata de la profesión periodística, la utilización del eufemismo institucionalizado es directamente una negligencia profesional, pura dejación de funciones. Estamos para contarle al ciudadano lo que está ocurriendo, no lo que nos dicen que ocurre.

      P.D: Yo tampoco veo los informativos de televisión, precisamente porque lo que busco es informarme ;).

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  2. Dentro de ese nuevo lenguaje eufemístico siempre me ha llamado la atención, la moda absurda de llevar la terminología empresarial al plano personal, gestionar nuestras emociones, poner en valor nuestra propia marca, hacer balance, poner en valor nuestras potencialidades, invertir en nuestra formación....asco
    xoancar

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  3. ¡Hola Xoancar! Tienes toda la razón. La corporaciones y la economía capitalista lo han impregnado todo con sus conceptos mercantiles. Tenemos que vendernos como personas y como trabajadores. Hasta nos han colado lo de la marca España, equiparando todo un país con todos sus ciudadanos dentro a la categoría de producto. Disfrazan el robo de la plusvalía con el lenguaje "buenrollista" del coaching empresarial, sus viernes de ropa informal y sus casual days. Para que sonríamos falsamente mientras hacemos las horas extras no remuneradas (el que tiene trabajo remunerado o el que tiene trabajo, sin más). Es más que una moda, es la estrategia del capital de cosificar a las personas. Sin más, a los de Coca-Cola se les acaba de ocurrir la idea de poner un nombre de persona a cada lata y botella como nueva campaña publicitaria. No es casualidad. ¡Ups! Creo que este tema del lenguaje empresarial me da para una nueva y jugosa entrada, si me das permiso ;).

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